La Navidad como Oportunidad
«El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio» Marcos 1:15
Cuando llegamos al tiempo de adviento inmediatamente pensamos en Navidad, y es así, pero la primera Navidad tuvo unas características especiales. Este versículo del evangelio que encabeza nuestra reflexión de hoy, tiene mucho que decir en el tiempo de adviento.
Lo primero que nos dice es que hay un cumplimiento. Adviento es eso; cumplimiento. Los estudiantes de griego nos hablan del Kairos, que es un tiempo cumplido. Hemos de volver al Antiguo Testamento y en él descubrir cómo la revelación bíblica en su conjunto nos anticipa la venida del Mesías anunciado. Todo lo que en el Antiguo Testamento era anuncio, ahora tiene su cumplimiento perfecto en la persona del Señor Jesucristo. Ya ha terminado el tiempo del anuncio, ahora estamos en el tiempo del cumplimiento.
Lo segundo que nos dice el texto evangélico, es que el reino de Dios se ha acercado. Efectivamente, con la venida del Rey llega el reino. El Mesías era el Rey. Por eso era del linaje de David, por eso era de Belén, el pueblo de David. Por cierto, un pueblo donde ocurrieron cosas importantes a lo largo de la historia y que tienen que ver con la historia de la salvación, con ese hilo conductor que nos lleva a través de toda la Escritura a descubrir el verdadero significado de la vida y la obra de Jesús. Jesús cuando fue interpelado por los fariseos acerca de cuándo había de venir el reino de Dios, les respondió: «El reino de Dios no vendrá con advertencia, ni dirán: helo aquí, o helo allí; porque he aquí el reino de Dios está entre vosotros» Lucas 17:20,21. Quizás nos puede sorprender, pero con la venida del Rey llega el reino, aunque no es un reino al estilo de los reinos de este mundo, no tiene sus límites territoriales, geográficos; es un reino cuyos límites son hacer la voluntad de Dios.
Y lo tercero que apunta el texto es que adviento es también tiempo de oportunidad. Efectivamente, el reino ha venido y su anuncio es un llamado a no desaprovechar la oportunidad. La oportunidad, ¿de qué?. Pues la oportunidad de obtener la ciudadanía del reino. ¿Y cómo se obtiene? pues nos dice el texto que con dos condiciones: arrepentimiento y creer.
Efectivamente, arrepentimiento en un sentido profundo. El arrepentimiento que implica un giro total en la dirección de nuestra vida. Es un dar «media vuelta», cambiar el rumbo de nuestra vida y en lugar de alejarnos de Dios, volvernos hacia Dios, abandonando la dirección que seguíamos.
Complementando esta primera condición, nos presenta la segunda: creer en el evangelio. Creer en la buena noticia. Evangelio es buena noticia; una buena noticia en medio de tantas y malas noticias que llenan nuestros medios de comunicación. La buena noticia de que Dios nos ha visitado, se ha acercado a nosotros con el propósito de salvarnos. Pero eso hemos de creerlo, y creerlo de una forma total. Creer no es sólo un ejercicio intelectual. Es, sobretodo, algo que asumimos como verdad y que no se queda en el nivel del intelecto, sino que penetra en lo más profundo de nuestro ser y afecta a nuestra voluntad y a nuestros sentimientos.
Adviento es, pues, un rayo de luz en medio de la oscuridad; es esperanza en medio de la confusión; es ilusión en medio de la frustración; es gozo en medio de la tristeza. Y todo porque Dios ha visto nuestra miseria y se ha acercado a nosotros ofreciéndonos una vida que vale la pena vivir, una vida abundante, con un propósito definido: vivir con la mira puesta en hacer la voluntad de Dios y así agradarle en todo.
Vivamos pues la Navidad buscando el sentido a nuestra vida.
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